Estalla el camino, la lluvia borra mis ultimas huellas, desangrando mi destino y destilando las ultimas gotas de esperanza.
Intento levantarme, pero las fuerzas disminuyen, los motivos de afectos se dispersan y la fortuna se escapa traicionera.
Miento, me mienten, se caen caretas y todos muestran su cara, el miedo reflejado distorsiona los rostros y confunden intenciones.
Sin embargo algo se mantiene firme, el norte se alcanza a ver sereno, distante, placido, relevante.
arrastrandome, sin fuerzas y agobiado, decido seguir, es que no tengo eleccion, o morir desangrado o mantener la esperanza, o sonreir distraido o amargado por las ansias.
y es que el miedo ya hizo guarida en mi, es que los suenos amenazan con irse y dejarme seco, amargado, ironico, distante, incredulo.
Miro su fantasma de aura negra, ya no me resisto, le dejo entrar y en ese instante muero, caigo en su trampa, cierro los ojos y es que ya no importa, me he ido, he dejado de pretender, de intentar, de estrellarme y de volver a intentar.
he dejado de intentar... ya no hay mas.
El miedo nos acompaña a todos, y las ganas de abandonar también. Y no está mal que nos pase eso, incluso me atrevo a decir que a veces es necesario abandonar. Pero no confundamos abandonar con huír, porque lo primero nos libera de aquello, pero lo segundo nos aprisiona. Nos mantiene siempre expectantes, aunque ya no querramos saber nada.
ResponderEliminarTal vez en los peores días no hay una sola luz de esperanza, pero de algo estoy seguro... es en esos momentos cuando realmente sabemos aferrarnos al mínimo detalle que nos cambie el día; sea éste una sonrisa, una mirada, un abrazo, una canción.
Ojalá tarde poco en llegar ese detalle, ojalá cuando eso pase quieras volverlo a intentar :)
Lo peor es el miedo a sentir miedo.
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